Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2019 | Marcos García de la Huerta: «Vivir sin pensar es empobrecerse»

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Más de cinco décadas ha dedicado el licenciado en Filosofía y en Ciencias Económicas y Sociales, Ingeniero Comercial de la Casa de Bello y Doctor en Filosofía de la Universidad de París, Marcos García de la Huerta, a la formación de generaciones en las aulas de la Universidad de Chile, espacio donde relevó, «la reflexión filosófica y humanista es indispensable». La Universidad, advirtió, «tiene que ser científica, tecnológica y profesional, pero no puede ser solo científica, tecnológica, y profesional», destacando el rol de la ética en este proceso.

Sólo tres días después de haber sido condecorado con la Distinción Medalla Rector Juvenal Hernández Jaque, sonó el teléfono del filósofo y académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Marcos García de la Huerta, notificándolo de que era acreedor del Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2019. 

Como destacó el profesor García de la Huerta, “me gustó mucho lo que dice el fallo del premio porque destaca la relevancia de la filosofía en el espacio público. Y el trabajo mío tiene esa dimensión: la preocupación por la cuestión pública”. Preocupación que, como explicó, “viene en cierto modo por mis estudios en la Facultad de Economía”, donde tuvo ramos “netamente de interés público, como política fiscal, desarrollo económico y política monetaria”.

Con más de cinco décadas de trayectoria académica, y con una vasta cantidad de libros, artículos, ponencias y conferencias –entre ellos, su obra “La Razón Tecnológica”-, el profesor García de la Huerta ha sido uno de los directores de la Revista de Filosofía y uno de los principales impulsores del Programa de Doctorado en Filosofía de la Casa de Bello.

Para el académico, a pesar de que comúnmente se vean distantes la filosofía y la economía, ambas dialogan en que en ellas radican “las estrategias de vida que elige el grupo social. Estrategia, por ejemplo, energética y tecnológica”.

¿Qué sello le imprime haber tenido formación en el ámbito de la ingeniería comercial y de la filosofía?, ¿tienen cosas en común?

La pregunta es qué es realmente la economía. Los economistas clásicos llamaron a esta disciplina como economía política y no era solamente porque se diferenciaba de la economía nacional y de la economía doméstica, sino porque había justamente en las categorías que usaban los economistas clásicos, una preocupación por la moral.

El fundador, Adam Smith, era originalmente profesor de ética en la Universidad de Glasgow. Ahí se puede ver cómo tiene una relación histórica, pero sigue teniéndola en el sentido de que las ingenierías en general están permeadas por asuntos éticos, sociales y políticos. Por ejemplo, en el diseño de una máquina, en las cuestiones de licitación. La ingeniería tiene que ver con la ciudadanía.

En otra entrevista usted recordó que fueron sus profesores del Colegio San Ignacio los que lo aproximaron a la filosofía. Pensándolo en el escenario actual donde estos ramos están siendo disminuidos en el sistema educativo, ¿qué nos hemos perdido las nuevas generaciones y las próximas por no acceder a ella en el colegio?

Hegel la “Filosofía de la historia” y en “La Historia de la Filosofía”, reitera la idea de que la filosofía surgió en Grecia con el quiebre de las creencias tradicionales y religiosas. Para mi también en cierto modo la preocupación filosófica inicial partió de la cuestiones religiosas y teológicas. Mis profesores de filosofía eran personas que se cuestionaban las cosas religiosas, incluso después algunos de ellos dejaron la sotana.

La filosofía te enseña a pensar. Yo creo que vivir sin pensar es empobrecerse mucho, por eso creo que el pensamiento y la vida van juntos. La autocomprensión de uno mismo –como enseña el psicoanálisis- es básica de la salud mental, entonces el pensamiento tiene una función terapéutica.

Usted fue premiado por “su contribución a una reflexión filosófica con sentido histórico y público, arraigado en los problemas del país». ¿Cuál es ese sentido?

Un ejemplo es el hecho de que en esta conversación no esté hablando de la ética de los fines absolutos de Kant ni de la Ética nicomáquea, sino que te esté hablando en un lenguaje perfectamente dialogante y comunicativo. Eso significa que estoy pensando en términos públicos. En ese sentido me parece buena la definición expresada por el texto del premio.

¿Por qué optó por ese camino?

Nunca me arrepiento de haber estudiado economía porque allí me dieron el sentido de lo público, la relación entre el saber profesional y tu compromiso con tu sociedad. Eso te lo dan porque esos ramos que mencionaba: desarrollo económico político, política monetaria. Pero no veo eso como una cuestión solamente científica, sino que aplicable al saber profesional y la profesión misma vinculada desde adentro a cuestiones nacionales. Esa cuestión yo la aprendí en economía. Así que cuando me fui a la filosofía yo ya estaba permeado por un interés por los asuntos públicos.

En este sentido, los ingenieros tienen que ser ingenieros ciudadanos porque son muy importantes en la configuración de la sociedad actual. La sociedad actual está normada tecnológicamente en un grado considerable, a veces, más que con la legislatura.

Imaginemos lo que ha significado como cambio en los hábitos de vida la computación, lo que va a significar la automatización. La robótica es un cambio tecnológico gigantesco que tiene un poder legislador y normativo sobre la sociedad. Entonces lo normativo está íntimamente relacionado con el derecho, con la ética, con la política, y por supuesto, con la filosofía.

Así, la reflexión filosófica y humanista en las carreras profesionales es indispensable. La Universidad tiene que ser científica, tecnológica y profesional, pero no puede ser solo científica, tecnológica, sólo profesional.

¿En este contexto, qué pasa con la tecnología y sus avances, como la automatización?

La robótica puede simplificar el aumento de la productividad, que ya no vivamos en una sociedad tan absorbentemente del trabajo, pero eso es pensar muy a futuro. Otras tecnologías que vienen son la biomedicina y la genética. Esas dos familias son muy poderosamente transformadoras de la vida.

En el caso de la llamada Inteligencia Artificial, creo que es una metáfora. Las máquinas no son inteligentes. Las máquinas te dan las respuestas conforme a la información que les introdujiste. Pero pensar es otra cosa. Pensar ya supone la imaginación productiva. Las máquinas procesan la información, pero los humanos no sólo procesamos la información: nosotros podemos pensar, es decir, procesamos de una manera creativa los datos de la experiencia. Hay una subjetividad que está de alguna manera construyendo lo que tú recibes. La máquina no tiene autocomprensión ética.

Pero a eso se está apuntando: a que lleguen a tenerla.

Bueno, eso dependerá de cómo usamos las máquinas. Novelas como Fahrenheit 451, 1984 o Mundo Feliz, están construidas sobre la base de que la sociedad se convierta en un gran mecanismo. En cierto modo es el anticipo de una sociedad completamente construida sobre el modelo maquinal. Todas dictaduras.

Cada vez nos vamos aproximando a una obtención de información sobre cada uno de nosotros que te saben los gustos que tienes en la farmacia para efectos de saber cuáles son tus propensiones de consumo, pero para otros efectos también te pueden empezar a tomar tus datos, de manera de tener un mayor control sobre cada una de las personas.

Usted fue uno de los impulsores del programa de Doctorado en Filosofía. ¿Qué impacto ha tenido ese espacio formativo?

El que quiere doctorarse hoy día en Chile, puede hacerlo acá. No necesita una beca a Alemania, a Francia. Eso significa -desde luego- un ahorro si lo vemos desde el punto de vista económico, pero por sobre todo un acceso porque no todos pueden viajar al extranjero.

La otra cosa que destacaron en el marco del Premio Nacional es el hecho que durante el periodo que yo dirigí la Revista de Filosofía obtuvimos el reconocimiento sobre de parte del mundo anglosajón con la indexación ISI, que es de preferencia para publicaciones científicas, y conseguimos también la indexación Scopus. Y eso significa que llegan casi 100 artículos para cada número de la revista.

¿Sigue dictando clases?

Tengo un curso, la revista también me toma mucho tiempo y formo parte de comisiones. Tengo más trabajo que nunca, y no le tengo miedo a la robótica…


Texto: Francisca Palma.
Fotografías: Registro Mineduc.