El galardonado pianista comenzó sus estudios musicales a los siete años en el entonces Conservatorio Nacional de Música en Santiago, perteneciente a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
En cada aniversario de la Universidad de Chile, que este 2024 cumplió 182 años, se invita a las y los más recientes galardonados con el Premio Nacional, que hayan estudiado o sean académicos de la Casa de Bello, para recibir la Medalla Rectoral. En esta oportunidad, los ganadores Ricardo Baeza-Yates, José Zagal, Elvira Hernández y Valentín Trujillo asistieron a la ceremonia, pero este último, haciendo gala del talento que lo hizo merecedor del premio, regaló dos piezas musicales, sentado en el piano del Salón de Honor de la Casa Central.
El músico, que recuerda que está a seis meses de cumplir los 92 años, destaca ser uno de los tres únicos artistas de música popular en alzar el Premio Nacional de Artes Musicales, después de Vicente Bianchi y Margot Loyola, y aunque aclara que no es algo en contra de la música docta, asegura que la música popular llega mucho más a la gente.
– ¿Qué siente tras recibir este Premio Nacional?
Los tres Premios Nacionales de música popular son los que realmente han llegado mucho más a la gente, no estoy hablando de calidad mayor o menor, de arte menor o arte mayor, de docto, que les encanta la palabra esa y la pronuncian bien larga para que salga tal vez más lejana de la música popular, no me gusta mucho eso, naturalmente, pero todo el mundo habla de Margot Loyola, los otros premios nacionales dejaron una música que no está al alcance de toda la gente. Margot sí lo hizo, lo hizo Vicente Bianchi, y me ha correspondido a mí en tercer lugar. La música de todos los programas infantiles musicales, gente que me dice ‘Pin Pon’, porque le llegó a millones de chilenos, el ‘Profesor Rosa’ y todo el programa de ‘Sábado Gigante’, la música popular los acercó mucho más a la entretención, a aquellas personas que no tienen la posibilidad de visitar un Teatro Municipal, ni acceder a grandes espectáculos de ópera, la música popular -y no vayamos a confundir el nombre con la política-, es bastante más democrática.
– ¿Cuándo decide abocarse a la música popular?
Yo toco música popular desde los cuatro años. Naturalmente, Beethoven a los 4 años no estaba cerca de mí, pero sí estaba de Debussy, si estaba Ravel, ellos me llegaron muchos más. A los 7 años estaba de alumno en el Conservatorio y cuando hubo una vez una especie de consulta, de qué Claro el Luna le gustaba más a un grupo de estudiantes, en ese grupo de estudiantes estaba yo, de 20 estudiantes 19 dijeron que el Claro de Luna de Beethoven. Hubo un disidente, el que está hablando, que le gustó el Claro de Luna de Debussy, pero no me gustó la forma de echarlos a una competencia, no existe esa competencia. Todas las obras son maravillosas y geniales, pero hay unas que realmente te llegan al alma, depende de la persona, no todos somos igual, no todos sentimos igual, no todos sufrimos igual, no todos disfrutamos igual.
– ¿Qué recuerdos tiene de su paso por la Universidad de Chile?
Estudié en el Conservatorio Nacional de Música; mis recuerdos son los más lindos, de mi profesora Elizabeth Dayanne Contador, que es la persona con la que yo estuve a los siete años. Con nueve años, ella misma me recomendaba que fuera a tocar a algunas radios. Ahí me acerqué a la música popular, lo que me significó un acercamiento a mucha gente que no lo hubiese tenido con la música docta, y no estoy hablando de diferencias odiosas ni cosas parecidas, que una cosa es mejor que la otra, es mi experiencia, mi experiencia de que es una cosa que tiene la virtud de que cuando tú naces.
– ¿Por qué cree que la música popular es menos galardonada en Chile?
Algunos se asustan porque se niegan a entrar a la cultura popular y eso pasa por falta de cultura, donde naturalmente han hecho una cosa prejuiciosa de la música popular. Hay muy mala música popular, hay muy mala música selecta, hay muy lindas óperas, hay horribles óperas, hay lindas sinfonías, hay horribles sinfonías. Las cosas no se dividen en que siempre es bueno o siempre es malo, no, el bueno es bueno, sí. Hay unas telenovelas que son muy incómodas de ver porque no te dejan nada, absolutamente nada, sin embargo, se han hecho excelente trabajo de grandes escritores, los brasileños la llevan, como dicen, hacen telenovelas con una gran claridad literaria y mucha comunicación, entendible para la gente más sencilla.
– ¿Qué músicos cree que no han recibido el debido reconocimiento dentro de la música popular?
Francisco Flores del Campo compuso ‘Llegan los Carmelitas’ en 1960, una obra que conserva su calidad y belleza con el paso de los años. A falta que no se les reconoció en su momento, se necesitan reconocimientos póstumos para Violeta Parra, naturalmente, un monumento hermoso de mujer extraordinaria, se mereció todos los premios; Francisco Flores del Campo, todos los premios. Hagamos algo póstumo, si alguien propicia esa idea ¡cuenten conmigo!
– En cuanto a los sonidos que hoy suenan en el país, ¿qué destaca?
Ya no son jóvenes, pero he grabado con Los Tres, Natalino también me gusta mucho. Tuve una grabación también con la Princesa Alba, para un comercial claro está, pero vibro con la gente joven. Ahora, de la música popular joven no toda es la que me llega a mí, pero también fui joven y el tiempo que yo tocaba mambo, había unos detractores de esa música, de esta música terrible, espantosa y pecadora, inclusive, la iglesia incluso se metió en algo que no debería haberse metido y la prohibió, así como prohibieron el vals.
– ¿Qué proyectos se vienen?
Con 91 años y 6 meses, espero estar vivo mañana, pero hasta ahora me siento muy bien, si no es así, si hay otra parte donde seguir desarrollando la música, cuenten conmigo.
Ma. Fca. Maldonado WilsonFotos: Gloria Henríquez
Prensa Uchile