Revuelta en Estados Unidos: claves para entender el conflicto

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El asesinato de George Floyd, afroamericano de 46 años, el pasado 25 de mayo en Minneapolis, Estados Unidos, desató la mayor explosión social de las últimas décadas en ese país, en el marco de las críticas que afectan al gobierno de Donald Trump por el manejo de la pandemia que ha dejado más de 100 mil muertos, y casi 1.8 millones de contagiados a la fecha en ese país. Los profesores José Morandé, del Instituto de Estudios Internacionales, y Rodrigo Karmy, de la Facultad de Filosofía y Humanidades, analizaron la crisis, sus causas, y sus similitudes con el estallido social que vivió nuestro país a partir del 18 de octubre pasado.

La imagen de la Casa Blanca en Washington D.C. rodeada de barricadas, la Guardia Nacional desplegada en numerosos Estados, y alcaldes de al menos una decena de grandes ciudades decretando toques de queda era seguramente impensable una semana atrás, pero ahora son postales de una de las más fuertes explosiones de violencia social y racial de Estados Unidos.

El asesinato de George Floyd por un policía en Minneapolis el 25 de mayo desató una oleada de intensas protestas contra la discriminación racial de la población afroamericana a lo largo del país, que se vieron inflamadas por las declaraciones de Donald Trump, quien a través de su cuenta de la red social Twitter amenazó que los saqueos serían respondidos con disparos, y hoy aseguró que invocará una ley de 1807 para desplegar tropas federales para aplacar las protestas.

Trump ya había protagonizado momentos de tensión con la comunidad afroamericana, al criticar públicamente a los jugadores de fútbol americano que habían emulado a Colin Kaepernick poniéndose de rodilla al cantar el himno nacional en 2016 y 2017, en protesta por la discriminación racial.

Si bien en otros momentos se han visto protestas contra la violencia racial tras la muerte o golpizas de afroamericanos a manos de la policía -como en Los Ángeles en 1992 por el caso de Rodney King, o en 1968 tras el asesinato de Martin Luther King- en esta ocasión una serie de factores entregan características particulares a las protestas.

Así lo explicó el profesor José Morandé Lavín, del Instituto de Estudios Internacionales (IEI), quien explicó que «en esta oportunidad el tema es mucho más profundo, más amplio y general en la sociedad norteamericana que las protestas más localizadas de otras oportunidades. Es además un fenómeno que no lo vemos sólo en Estados Unidos, sino que también en el resto del mundo, y en nuestro país. Es una acción espontánea pero que también tiene un impacto tremendo en virtud de los medios de comunicación, movilizando a muchas personas y sectores sociales».

A ello se agrega la presencia del Presidente Trump como un factor «que se dedica más a disociar la sociedad, con una agresividad tremenda desde el punto de vista de lo que debe ser un presidente, un líder en una situación como esta, que debe velar por la unidad del país».

Consultado sobre la amenaza de desplegar al ejército, que se sumarían a las policías locales y a las guardias nacionales de cada Estado, el profesor Morandé recordó que la Constitución le entrega más de 100 disposiciones especiales al presidente en caso de que discrecionalmente dicte un Estado de Emergencia. «Entre ellas está la movilización de las fuerzas militares federales al interior del país, pero también la limitación o intervención de las comunicaciones electrónicas, el control de las cuentas bancarias; hablamos de poderes muy fuertes en manos del Ejecutivo», remarcó.

Respecto a las elecciones presidenciales planificadas para noviembre, donde se decidirá si Donald Trump seguirá en la presidencia por un nuevo período de cuatro años, el profesor del IEI aseguró que por el momento se mantiene la hoja de ruta establecida. «Precisamente que haya elecciones pronto juega un papel en el nivel de enfrentamiento que se está viendo ahora, porque hay un trasfondo electoral: las acusaciones de Trump a los demócratas en la discusión de cómo abordar esta ‘insurrección’, las recriminaciones por el manejo de la pandemia también».

Finalmente respecto a los paralelos que se pueden establecer entre este estallido y las protestas que países como Chile o Colombia vivieron el año pasado, el profesor Morandé recordó que si bien es difícil hacer tantos paralelos por las diferencias estructurales entre los diferentes países, «las consecuencias de la globalización, con fenómenos como el desplazamiento de la fuerza de trabajo, la migración, el desempleo, sumados a fenómenos de larga data como la discriminación racial, generan insatisfacción al interior de las sociedades que si bien se reflejan al interior de las plataformas de los partidos, también se manifiestan de forma violenta».

De Túnez a Minneapolis por Latinoamérica

Estados Unidos no ha sido el único país en enfrentar una crisis de estas características. Desde la primavera árabe que golpeó a los países del Norte de África y Medio Oriente desde 2011, hasta las masivas protestas que se vivieron en Latinoamérica el 2019, son numerosas las revueltas que han tenido como eje la demanda por un cambio en las condiciones de vida de las mayorías apartadas de los beneficios del modelo neoliberal.

Así lo explicó Rodrigo Karmy, profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades, quien comparó la figura de George Floyd con la de Mohammed Bouazizi, el ciudadano tunecino que se inmoló en diciembre de 2010 y que inflamó la región con protestas reclamando la caída de los regímenes autoritarios existentes.

«Todas estas revueltas, que proliferan en distintas partes del planeta en función de demandas locales, se enfrentan también a estructuras globales que tienen el signo de una forma muy violenta de acumulación del capital financiero, y que tiene diferentes irrupciones, terminando por alcanzar ya no la periferia sino que a Estados Unidos», explicó.

Para el profesor Karmy, entre los componentes de esta estructura neoliberal destaca el racismo «porque en el fondo es heredera de todas las historias de colonización europeas que van del siglo XIV al XX, que se intensifican con la globalización. Todo esto lo que deja patente es que Estados Unidos continúa siendo una sociedad racial dirigida por los descendientes de los colonos blancos, que segregan a la población mediante distintos dispositivos, y en el caso chileno que la dinámica colonial entiende a sujetos como los estudiantes secundarios, o los pobres, como los ‘nuevos indios’ excluidos del imaginario de la oligarquía local».

Consultado por los cruces entre las revueltas de Chile y Estados Unidos, Karmy aseguró que «cada uno de estos estallidos ponen en juego una forma de experimentación común a nivel temporal, porque se conectan con el pasado histórico, pero también espacial, en el sentido de que comparten imágenes, y en ese juego de encuentro y compartir tienen un papel muy importante las redes sociales, que catalizan esta explosión a nivel global».

Finalmente, respecto a las dudas que surgen sobre el papel que otras potencias o fuerzas políticas externas podrían haber jugado, el académico recordó que «no hay ninguna revuelta que solo una reivindicación local, si lo fuera, sería una guerra civil con una reivindicación étnica-identitaria, mientras que la revuelta funciona bajo el signo de un cosmopolitismo salvaje que cruza a las identidades, las mezcla y que nunca se anuda en una localización concreta como para ser manejable por el poder».


Texto: Felipe Ramírez
Prensa-UChile