Conoce la Red de Preuniversitarios de la Universidad de Chile

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Comienza un nuevo año escolar, y quienes enfrentan su último curso en la Educación Media comienzan a pensar en la mejor forma de preparar su ingreso a la universidad, donde el preuniversitario se transforma muchas veces en una herramienta fundamental. Sin embargo, la falta de recursos para pagar por este servicio puede ser una dificultad insalvable para muchas familias. Es por eso que desde hace muchos años estudiantes voluntarios han dado vida a preuniversitarios sociales, siete de los cuales desarrollan actualmente sus actividades en nuestro plantel agrupados en la Red de Preuniversitarios de la Universidad de Chile.

Las medidas de protección sanitarias también han tenido un impacto importante en la forma como los jóvenes se preparan para rendir la prueba de ingreso a la Educación Superior, ya que, tal como los colegios y universidades, los preuniversitarios también han debido acomodarse a los nuevos tiempos, marcados por las clases a distancia.

Pero eso no ha detenido a los cientos de voluntarios que dan vida a los siete proyectos que conforman la Red de Preuniversitarios de la Universidad de Chile, iniciativas impulsadas a pulso por estudiantes de diferentes carreras para darle una alternativa de calidad a los jóvenes que no tienen los recursos para pagar un preuniversitario comercial.

El preuniversitario «José Carrasco Tapia» de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemárticas (FCFM), fundado en 1989 (el más antiguo del país); el preu popular «Víctor Jara» del Instituto de Asuntos Públicos (INAP); el «Eloisa Díaz» de la Facultad de Medicina; el «Preu Antumapu», impulsado por el campus homónimo; el «Preu Popular Derecho a la U.»; el PreuFEN; y el preuniversitario «La Loica», de Bachillerato, integran actualmente esta red, instancias que se preparan para abrir el proceso de postulaciones 2021.

Ignacio Hernández, quien fue dos veces director del preuniversitario José Carrasco Tapia y que hoy apoya el trabajo de la red en el marco de la difusión de sus matrículas, destacó que el carácter social y popular de estos preuniversitarios hacen que no cuenten con los recursos de difusión y publicidad de las alternativas comerciales, por lo que muchos no saben de su existencia. «Pero el resultado que entregamos es muy bueno, nuestros estudiantes también entran a la Universidad, incluso con becas, en una propuesta de educación marcada por el voluntariado», enfatiza.

Actualmente se encuentran reactivando la red de la Universidad, un anhelo permanente pero que durante mucho tiempo estuvo estancado por la fragmentación espacial de nuestra institución. «Hemos ido coordinándonos y enfocándonos en resolver los problemas comunes que tenemos todas las iniciativas, compartiendo materiales útiles y experiencia, de manera de generar estos espacios de encuentro», aseguró Hernández. Respecto al enfoque de estos preuniversitarios, agrega que «apuntamos a estudiantes de bajos recursos que no tienen la posibilidad de ingresar a preuniversitarios del mercado, que no pueden preparar la prueba de manera autónoma porque en el colegio no tienen la oportunidad».

Así lo destacó Magaly González, asistente administrativa del «José Carrasco Tapia» desde el año 2004, y quien es la única trabajadora «estable» del proyecto. «Los profesores son todos voluntarios, incluso hay titulados que vuelven al preu una vez que son profesionales para hacer clases, que son de lunes a viernes entre 18:00 y 21:00 horas, y los sábados de 9:00 a 14:00 horas. A lo largo de los años hemos llegado a tener 400 matriculados divididos en ocho cursos que abarcan todos los ramos incluidos en las pruebas de ingreso a la Universidad«, detalló.

Consultada sobre el impacto que tuvo el año pasado la pandemia, la trabajadora hizo hincapié en la gran disposición de los profesores para ajustarse a la nueva realidad y entregarle un servicio de calidad a los jóvenes. «Si bien nos encontramos de un día para otro con la noticia de las cuarentenas, se comenzó a hacer clases en línea a los matriculados. Yo trabajé con funciones remotas, pero lamentablemente no es lo mismo que una atención presencial. Hay detalles, como el café y las galletas que le ofrecemos a los estudiantes, algunos que llegan sin haber podido almorzar, que no se pueden reemplazar».

De todas maneras, la pandemia no fue obstáculo para que muchos de quienes participaron en los cursos el 2020 de estos preuniversitarios pudieran cumplir su objetivo de ingresar a una institución de Educación Superior, logrando aprovechar no solamente las clases, sino también las charlas y orientaciones vocacionales que los profesores les entregan como parte del programa, meta que esperan superar este 2021, ya con la experiencia de las clases online interiorizada.


Texto: Felipe Ramírez
Prensa UChile