Crisis en Afganistán y la difícil situación que enfrentan las mujeres

Compartir
f179198-1-h

Vulneración de sus derechos fundamentales, prohibición para estudiar y desempeñar labores públicas, también de desplazamiento y la obligatoriedad de tapar su rostro y cuerpo completo. Estas son algunas de las restricciones que deben enfrentar las mujeres y niñas afganas con la llegada de las fuerzas talibanas, luego del retiro de las tropas estadounidenses del país tras 20 años de ocupación.

Nadie ha quedado indiferente a las impactantes imágenes que han circulado desde que el Talibán tomó el control de Afganistán. Luego del retiro de los militares estadounidenses del país, miles de personas se han acercado al aeropuerto para tratar de huir en uno de los aviones que están evacuando a equipos de diplomáticos y a quienes fueron aliados durante el último tiempo. Muchas de ellas incluso han perdido la vida tratando de escapar ante el miedo que generan los nuevos líderes.

En medio de este doloroso escenario, las mujeres, jóvenes, niñas y disidencias sexuales miran con especial atención lo que está ocurriendo, ante la incertidumbre de lo que significará el cambio de régimen. “Las restricciones y prohibiciones que tienen las mujeres en Afganistán son totales”, dice Carla Ulloa, historiadora especializada en mujeres con perspectiva feminista, magíster en Estudios Latinoamericanos de la U. de Chile, y académica del Colegio de Estudios Latinoamericanos de la U. Nacional Autónoma de México.

“Las mujeres por supuesto que no tienen derecho ni al aborto, a la salud, a la salud mental. No tienen derecho a la autodeterminación, eso es importante que toda la tierra entienda, que las mujeres, los niños y niñas, y todas las personas que están en este momento en Afganistán deben huir porque está en riesgo su vida material, también su vida mental, no hay paz, no hay tranquilidad para todos ellos”, sostiene la especialista.

Recalca, de acuerdo a las imágenes provenientes desde allá, “que corresponsales de prensa han debido modificar su vestimenta, producto de las restricciones que impone el fundamentalismo religioso hacia los cuerpos de las mujeres, que son totales. Recordemos las imposibilidades de desplazarse por el espacio público, imposibilidad de asistir a la escuela, de asistir a un sistema de salud, de autodeterminarse, de trabajar, de desplazamiento, prácticamente todos los derechos han sido eliminados o prohibidos. Implica no ser humana”, sostiene Ulloa.

Por su parte, la profesora del Departamento de Literatura de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la U. de Chile e investigadora multidisciplinaria en género, sexualidad y performance, Soledad Falabella, explica que en relación a qué es lo que implica el ser mujer hoy en un país controlado por el Talibán, “lo único que hay es la experiencia del pasado, porque hasta ahora ellos solo han emitido comunicados donde dicen que van a respetar ciertos derechos, pero no lo aseguran. Entonces ¿cómo saber que lo van a hacer? Puede ser una estrategia para aplacar las críticas hoy, y luego se endurecen. Mucha gente ha especulado eso. Ellos han dicho que van a respetar ciertas cosas, ciertos derechos, pero el miedo es que eso dure un tiempo acotado”.

La académica apunta a que toda persona tiene derechos fundamentales e inalienables. Ante las amenazas “de su vulneración, de formas tan violentas y aterrorizadoras, cualquier ser humano estaría horrorizado. Esto corre también para el caso de las mujeres hoy en Afganistán. Me imagino que siendo seres humanos las mujeres de Afganistán también están sintiendo mucho miedo. Y lo expreso de esta forma porque ha habido muchas críticas respecto al espanto expresado en la opinión pública frente a las violaciones de los derechos humanos de estas mujeres. La crítica depara en la occidentalización de la mirada. Sin embargo, pienso que no debemos perder de vista los grandes acuerdos que como humanidad hemos logrado a partir de los horrores de la Primera y Segunda Guerra Mundial, específicamente la Declaración de Derechos Humanos firmada por la mayoría de los países del globo”.

Ayuda internacional: ¿se puede ejercer algún control sobre el Talibán?

Ambas expertas consideran que nadie puede quedar indiferente y que los demás países y organizaciones internacionales deben buscar estrategias para ir en ayuda de las mujeres, niñas y también disidencias sexuales y políticas que actualmente se encuentran en Afganistán.

La investigadora Soledad Falabella pone sobre la mesa lo ocurrido en nuestro país durante la dictadura militar en los años 70s y 80s. “Si nosotros comparamos, nunca tuvimos apedreamientos públicos de personas, pero sí tuvimos quemas públicas de personas, sí tuvimos degollamientos públicos, o sea, hay cuerpos en Chile, en nuestra memoria -tampoco tan lejana-, que han sido expuestos a ese horror, a ese terror de los regímenes autoritarios. Entonces, diría que, desde Chile, debiéramos tener una especial solidaridad con esos cuerpos que están hoy en día amenazados respecto a su integridad y dignidad más básica”.

Asimismo, la historiadora Carla Ulloa sostiene que “lamentablemente, la política de la Naciones Unidas también está en mano de ciertos países que no quieren construir la paz mundial”. Añade además que desde la comunidad internacional no existen muchas herramientas en la práctica para ir en su ayuda.

“Se le han impuesto sanciones económicas a Afganistán, recordemos que Afganistán es un país extremadamente pobre, es más pobre que Haití. Entonces, es lamentable que la comunidad internacional actúe así, poniendo solo sanciones económicas, cuando se trata de un país que necesita reconstrucción, que necesita ayuda, que necesita todo lo que la comunidad internacional pueda entregarle para salir del problema en el que está”, afirma Ulloa.

Sobre el rol de Estados Unidos y otras potencias mundiales, la académica Soledad Falabella plantea que “tienen que responder, así como también tienen que responder con Siria y con Palestina. Tienen que devolver la mano a las, los y les ciudadanos que están hoy día habitando estos territorios, hechos pedazos por el colonialismo y el imperialismo de los últimos 200 años”.


Maritza Tapia, periodista Prensa U. de Chile. Fotos: Alejandra Fuenzalida.