¿Qué es y cómo funciona la Inteligencia Artificial?

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Lejos de las imágenes que nos entrega la ciencia ficción, la Inteligencia Artificial (IA) es una disciplina que se enfoca a la creación de máquinas programadas para realizar tareas que requieren la misma inteligencia que si fuesen hechas por seres humanos, por ejemplo, programas computacionales para jugar ajedrez, o para evaluar la probabilidad de estar contagiados con COVID-19. El profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Rodrigo González, explica cómo funcionan y cuál es el papel fundamental que cumplen los algoritmos en la Inteligencia Artificial.

El concepto de Inteligencia Artificial nos acompaña al menos desde mediados del siglo XX, mezclándose en el imaginario popular en formas casi iguales la academia y la ciencia ficción. Si bien no sería hasta 1956 que en la Conferencia de Dartmouth se acuñara oficialmente el término, desde antes se había estado trabajando el campo bajo el concepto de «machine intelligence».

Su desarrollo no había estado exento de polémica, ya que la posibilidad de que una máquina sin vida pudiera realizar procedimientos «humanos» como pensar, generó amplios debates en la filosofía contemporánea, a pesar de que las ideas más básicas del concepto pueden rastrearse a la época de la mitología griega, con personajes como el gigante Talos, un autómata de cobre que resguardaba de invasiones a la isla de Creta.

Aunque existen varias definiciones de Inteligencia Artificial, el profesor Rodrigo González, miembro del Centro de Estudios Cognitivos de la Facultad de Filosofía y Humanidades, explica que la más respetada es la que entregó Marvin Minsky, quien fue cofundador del laboratorio de IA del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT): «una disciplina que se encarga de crear máquinas programadas que sean capaces de hacer cosas que requieren la misma inteligencia que si fuesen hechas por humanos».

El profesor González explicó que la IA se basa en procedimiento automáticos mediante los cuales se hacen cosas inteligentes propias de los humanos, como por ejemplo determinar si una persona está o no contagiada de COVID-19, aplicando un algoritmo.

«En función de ciertas condiciones establecidas se elabora un programa, que es un algoritmo, que con la información proporcionada realiza en este caso un diagnóstico», indica el profesor González, aludiendo a una publicación realizada por investigadores de la Escuela de Medicina Icahn, de Mount Sinai (Nueva York), y del Hospital de China Occidental, Universidad de Sichuan (China).

¿Qué es un algoritmo? El profesor González detalla que son “un conjunto de reglas finitas que tienden a la resolución de un problema, siendo una de ellas recursiva, por lo que si no se satisface una condición vuelve al paso uno sucesivamente hasta que se soluciona”, siendo uno de los más famosos el algoritmo de Euclides, que permite determinar el máximo común denominador entre dos números.

Su relación con la IA radica en la automatización de los procesos. “Los algoritmos funcionan aplicando el conjunto de reglas finitas a la resolución de un problema hasta que se satisface la condición establecida en esta regla recursiva, lo que significa que se encontró la resolución del problema original”, aseguró, aplicándose estos principios en los programas de Inteligencia Artificial para que puedan resolver problemas específicos.

El profesor González destaca que “lo interesante con el procesamiento de información algorítmica es que pueden dar lugar a sistemas expertos para resolver problemas específicos, como en el ejemplo de China que mencioné: ahí se usa la IA aplicando algoritmos para la detección de COVID-19 con programas computacionales que entregan la probabilidad de que una persona esté contagiada mediante procedimientos algorítmicos, con ciertas reglas que permiten que procese la información hasta llegar a un resultado”.

De esta forma, el sistema de Inteligencia Artificial parte de parámetros como temperatura, tos o dolor de garganta, a los que se le aplica de forma sucesiva una serie de reglas: “Por ejemplo, si tiene más de 37 de fiebre, pasa al siguiente paso, que es tos profusa, si la tiene pasa al otro paso, que es dolor de garganta aguda, y si también la pasa, llega al diagnóstico, que sería que es muy probable que tenga coronavirus. En cambio, si una de estas condiciones no se cumple, el paciente no tiene dolor de garganta aguda, el programa reinicia el algoritmo y descarta la presencia de la enfermedad”.

Gracias a la aplicación de estos algoritmos, un concepto surgido en matemáticas pero que hoy se utiliza en campos como las ciencias de la computación o la lógica, el profesor González afirmó que “es posible automatizar procedimientos para solucionar problemas complejos mediante Inteligencia Artificial, tal como si fueran realizados por seres humanos”, abriendo amplias posibilidades para futuras innovaciones y debates.


Texto: Felipe Ramírez
Prensa-UChile